sábado, 19 de diciembre de 2009

Desvelado


Muy de vez en cuando tengo pesadillas, casi nunca en realidad, pero últimamente es algo que me ocurre con mayor frecuencia. No se si lo de los otros días con Tincho habrá influido, pero dormir es una tarea que noche tras noche se hace más complicada.

Soñé con una pelota, en un juego con los chicos del club, que nos iba comiendo a medida que la pasaban. Veía como uno a uno iban desapareciendo, metiéndose en la ovalada a medida que avanzaba por la línea. En un toque los chicos no estaban más, pero alguien más seguía jugando conmigo. Ahora yo tenía la pelota, y atrás mío corrían Germán, Fernando y Martín. La línea de try estaba cada vez mas lejos, corría cada vez más rápido pero no llegaba. De la nada Sofía aparecía adelante mío y terminaba cayéndome.

Me desperté mal, molesto, con la boca pastosa y con ganas de tomar agua, sólo agua, ni cerveza, ni Coca, ni fernet, sólo agua. No pude dormirme por un buen rato, me sentía con calor, inquieto, irritado. Salí afuera y tuve ganas de un chapuzón, pero la pile estaba hecha un asco, hace dos semanas que no la limpian y tuvimos un par de tormentas que la dejaron así. Con un vaso frío me senté al costado del agua entre las reposeras. Todavía era de noche, cerré los ojos, toqué el agua con una mano y me imaginé lejos. Quería que Ger, o alguien, me llevara a otro lugar, me aleje de tantos problemas, de los exámenes, de los bardos, de las mentiras, de mi vida.

Dormí, esta vez tratando de llegar a la línea sin caerme, tratando, aunque sea en sueños, de ser feliz.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Cuñados y Amantes



Martín, el hermanito de Sofía mi novia, se fue convirtiendo con los días en un gran grano en el culo. Poco a poco y sin darme cuenta me estaba acosando por donde podía. Llamaba varias veces al día, mandaba mensajes de texto que eran casi una incógnita. Lo peor de todo fue cuando me sonó el teléfono, aparecía el número de Sofi, cuando atendí escuché la voz de Martín, se lo escuchaba bastante decidido a que nos viéramos sin aceptar negativa. O nos vemos o hablo con mi hermana Ya, dijo con una firmeza que me dio miedo.
Como él tenía que ir a lo de un pendejo que vive a un par de casas de la mía, pasó un rato antes para que habláramos. En la charla traté de ponerme en actitud de hermano mayor, de alguna manera porque ¿Qué se puede esperar de su hermana Sofía? Ella ni siquiera puede controlar su vida, mucho menos sería capaz de ayudar a Tincho.
Cuando entramos al cuarto le dije que lo que había pasado las otras noches había sido un gran error, que habíamos tomado y fumado demasiado, y esos excesos no se tenían que repetir. Que no había sido un buen ejemplo y que mejor nos olvidáramos de todo. La culpa también era del stress de fin de año, de las tensiones de los exámenes que nos llevan a desatarnos de la peor forma cuando podemos. También le confesé que yo le tengo mucha simpatía y que me parece un pendejo muy buena onda y que ya es hora que se busque una novia pronto, porque todo lo que había pasado la noche anterior mostraba que estaba más alzado que el Euro.
El pendejo escuchaba atentamente, guardó silencio hasta el final y después de una pausa me miró directo a mis ojos y me respondió con palabras bien firmes. Sin problemas tendría novia como yo, el novio de su hermana, pero él quería perder su virginidad conmigo. Desde hace mucho tiempo él pensaba en mí, y ya hacía bastante se había dado cuenta de mis gustos.
La claridad de las palabras de Martín me dejó impresionado, un pendejo de 15 años al que subestimaba me estaba levantando como nunca nadie lo había hecho antes. No sabía si darle una patada en las pelotas o partirle la boca de un beso ante tanto desparpajo. ¿Se le estaría cumpliendo el sueño? Más bien me parecía una pesadilla a punto de comenzar.
Sin darme cuenta sentí su boca húmeda abrirse como una fruta fresca en la mía, lo demás es incontable…

lunes, 14 de diciembre de 2009

Más mentiras que cigüeñas




Pasaron algo más de ocho meses de la última vez que escribí algo acá. La facultad resultó más demandante de lo que imaginaba, aunque siendo sincero, el poco tiempo no fue lo único que me mantuvo alejado de este espacio. Necesitaba reflexionar alejado de cualquier cosa, incluso de mis propios escritos.
El aparente retraso de Florencia C., la novia de Ger, no resultó más que un gran engaño. Florencia muchas veces le copia a Sofi, “mi novia”, usa las mismas estrategias de pendeja caprichosa, miente de la peor forma con tal de llamar la atención, no tiene límites. Yo puedo controlar esas actitudes, pero evidentemente Ger es demasiado susceptible.
Sigo sintiendo las mismas cosas por Germán, nos conocemos desde chicos y mi afecto hacia él es incondicional, pero me cuesta confiar en él. ¿Cómo podía tener sexo con Flor mientras me decía que me amaba a mi? Esas contradicciones no me cierran. El vínculo que tenemos es cada vez más distante pero en el fondo sabemos que lo único que queremos es estar juntos.
Sofía está más insoportable que nunca, estudiamos en la misma facultad y permanentemente me busca para hacerme escenas. El Padre Gabriel, el hijo de puta del cura de nuestro barrio, le llena la cabeza todos los domingos haciéndola sentir culpable de cualquier cosa. Ya ni se anima a darme besos pero insiste en que seamos novios. Por mi parte es una relación que me conviene, aunque no la banque me sirve para tapar muchas cosas.
Fernando, el chico que jugaba al rugby con Ger, resultó la peor solución que pude buscarle a mis conflictos. Todo lo que no puedo permitirme con Ger lo hago con Fernando, pero mantener lo nuestro en secreto se complica cada vez más. No siento que esté traicionando a Ger, porque en realidad mi relación con Fer es puro sexo, pero de cualquier forma Germán no puede enterarse de lo que pasa entre su amigo y yo porque de lo contrario se cortaría el débil lazo que nos une.
Fer está cada vez mas enamorado de mi, es pesado y meloso aunque no puedo negar que algunas cosas las aprendió bastante bien. Me complace, siempre trata de sorprenderme con algo nuevo, hace un tiempo me presentó un amiguito de la facultad, Alejandro. Su cuerpo parece esculpido, torso perfecto y cara de nene. Es muy boludo, tonto mal, pero a quien puede importarle cuando chupa la pija como los dioses. Un par de semanas atrás la pase muy bien cojiendomelos a los dos.
Mi deseo más grande sigue siendo pese a todo que Ger se anime de una vez por todas a estar conmigo, que se despoje de todos los prejuicios y miedos que tiene y me haga suyo.



Últimamente la distancia que hay con Ger me está matando. No se que me anda pasando pero siempre estoy caliente, no puedo controlarlo, por eso Fer me visita seguido. Las otras noches me quedé sólo en casa y Fernando vino a acompañarme. Había traído algo de marihuana y mientras fumábamos sonó el timbre. Era Sofi que tenía que reunirse con sus amigas en lo de Flor P. y me traía a Martín, el hermanito de 15 años, que no tenía con quien quedarse esa noche. Me sorprendió lo grande que está Tincho, hace unos años era un mocoso caprichoso, incluso más insoportable que la misma Sofi, y ahora parecía todo un hombrecito. Después de despachar a la molesta Sofi, quien por suerte no se dio cuenta del estado en el que estaba, le presenté a Martín mi amigo Fernando.
Pasó todo tan rápido que no me di cuenta cuando el roll de niñeros se desvirtuó hacia el roll de corruptores. Tincho tomaba todo lo que Fer le servía, en un momento mientras los tres nos reíamos sin poder parar, alguno propuso jugar a un juego estúpido. El número más bajo que saliera en los dados perdería, los demás elegirían una prenda. Cuando las prendas graciosas se nos dejaron de ocurrir Fernando propuso que quien perdiera no sólo perdería el juego sino también su ropa. Ni siquiera pude razonarlo, por todo lo fumado y tomado no me pude controlar. Ya no importaba quien perdería, Fernando ayudaba a sacarse la remera a Martincito, quien medio borracho y medio caliente trataba de desabrocharse los jeans. Entonces nuevamente tiramos los dados pero esta vez ya no habría que desnudarse sino habría que chupar. Fer parecía entusiasmado de que yo haya perdido, pero en un rapto de lucidez me di cuenta de lo que estábamos haciendo. Estabamos empujando a Tincho, el hermanito de mi novia, a tener sexo con nosotros. Les avisé que hasta ahí llegaba, que mejor llamáramos a Sofía para que busque a su hermano, pero entonces el pendejo se agachó en frente mio y me bajó de un tirón el pantalón. Me dijo que seguramente la muy tonta de su hermana nunca me la chuparía tan bien como él. Sacó mi pija del boxer y me la empezó a chupar. La adrenalina del momento me la puso más dura, Fernando como loco se acercó y mientras el pendejito se esmeraba, él lo ayudaba empujandole la cabeza hacia mi pija. Toda la inocencia se diluyó a medida que se dejaba transformar por la bestia sexual que todos tenemos dentro, que nos convierte en otro o realmente en nosotros mismos. Para eso no hay edad, ni condición social, ni convicción que te excluya. Tincho me miraba bien fijo, arrodillado con la boca llena chupaba sin quejarse. Sus ojitos rojos por el alcohol y las pecas de nene que poblaban su cara me hicieron acordar a mí de pendejo. Sentía el deseo de la lujuria y asco al mismo tiempo, aunque Martín lo estuviese haciendo por propia voluntad no podía quitarme el peso de la responsabilidad de encima. Se suponía que esa noche debíamos cuidarlo y no exponerlo a ese tipo de situación.
Fernando estaba descontrolado, ya tenía sus manos dentro de la ropa interior de Martincito. Le tocaba el culito y le pasaba la lengua por todos lados, mientras tanto el pendejo me la chupaba cada vez más rápido, y ayudándose con sus manos hizo que le acabara en la boca. La cara del pendejo era de hambre, como esos chicos famélicos que no comen en días y estaba saboreando todo mi miembro para terminar con el postre, en la forma seminal. Se tragó todo sin asco, inmediatamente después Fer le dijo que le tocaba a él. Apenas le empezó a chupar la pija a Tincho el teléfono de casa comenzó a sonar. Estaba tan cebado que no podía hablar. Era Sofi que llamaba para avisar que en 15 estaba llegando. Le dije que no había dramas que el pendejo se quede a dormir pero insistió en buscarlo porque al día siguiente tenía clases particulares de matemática y se la estaba llevando. Mientras hablaba Martincito escuchaba y se vestía apurado, Fer estaba tan dado vuelta que se había acostado semidesnudo en el diván y estaba a punto de dormirse.
Preparé rápido una taza grande de café y se la hice tomar a Tincho. El pendejo al final no estaba tan borracho, por lo menos podía fingir estar sobrio. Mientras Fer dormía, me terminaba de vestir para esperarla a Sofi. Martín me miraba todavía con ganas pero no dijo nada hasta que su hermana llegó. Apenas sentí el ruido del auto salí con el pendejo. Cuando ella preguntó si la habíamos pasado bien, Tincho contestó pícaramente que muy bien, que habíamos jugado mucho y nos habíamos divertido. Sofi muy boba le dijo en tono de reproche que se notaba que estaba cansado que tenía los ojitos rojos y que mañana tenía que levantarse temprano. Martincito me dio la mano haciéndose el machito y antes de subir al auto y sin que su hermana escuche me dijo en voz baja algo como viste que la chupo mejor que ella, que se repita Fran.
La verdad me siento mal, no dejo de pensar que todo esto fue un error, otro problema más que se suma. Si Sofía se entera de esto no se que podría llegar a pasar, le contaría a los padres y seguramente se armaría un gran lío, y si Germán se entera lo pierdo definitivamente. Me siento con un gran peso encima, Fernando insiste en volver a estar con el pendejo, ahora que lo pienso en frío, todo fue una locura, puedo echarle la culpa al alcohol o a la marihuana, pero lo cierto es que toda esta situación me generó muchas cosas adentro, tengo miedo a lo que pueda pasar y tengo miedo a que pase nuevamente algo con Martín, porque esos ojos delataban muchas cosas
¿Que hago? ¿Se merece la verdad? ¿Le digo que realmente petea mucho mejor que su hermana? ¿Le digo que hace dias que sueño con su culito redondo y virgen? ¿Que hago?