domingo, 29 de marzo de 2009

Cigueñas y Mentiras

El miércoles a la noche Germán me invitó a su casa porque sus viejos salían a comer con los padres de Flor P, la intima amiga de Sofi, y al parecer necesitaba contarme algo.
Cuando empezaba a oscurecer, me vestí y camine hasta su puerta. Apenas me atendió me di cuenta que algo andaba mal, tenía los ojos colorados. Solo dijo “Hola Fran, pasá por favor” con palabras secas y entrecortadas como cuando uno llora. Me senté en el diván de su living, testigo de cientos de petes y transas, y él, como quien acompaña a un invitado, trató de hacer lo mismo, con la diferencia que prácticamente se desplomó sobre las almohadas, y de pronto su cara se convirtió en una sola mueca seguido de un mar de lágrimas y sollozos. Muchas veces el silencio vale más que cualquier palabra de consuelo, me acerqué y lo abrace fuerte, como si fuese un nene indefenso que busca protección, y él se entregó por completo. Creo que fueron más de 10 minutos en los que los llantos fueron cesando hasta transformarse en quejidos y finalmente en silencio. “¿Ger me querés contar algo?”, se escucho un “SI” que hizo eco en la habitación y dentro de mi cabeza, como anticipando algo malo. “Flor tiene un atraso”, “¿Cómo un atraso? ¿De que hablas Geri?” mi corazón de repente empezó a latir fuerte, “Tengo miedo, vos sabes Fran, puede estar…”, de pronto sentí espesas gotas calientes que caían sobre mi cara, “¿Estar que?”, trague saliva e intente respirar, “Embarazada”.
No hablamos mas, me levanté casi por reflejo y camine hacia su cuarto, me desmoroné sobre su cama y casi en el acto el espacio que sobraba lo ocupó él, un segundo antes de dormirme creí escuchar “Te amo Fran”.



Jueves a la mañana me despertaron las vocecitas chillonas de los hermanos de Ger, de pronto me di cuenta que había pasado, nos habíamos quedado dormidos. Ger seguía acostado con lágrimas secas sobre su cara, salude a sus viejos y tomé café caliente que Cristina, la señora que trabaja en la casa, servía para la familia. Lo tomé tan rápido que sentí que mi garganta se cocinaba, la bronca hace que no pienses lo que haces. Los padres se mostraron amables, obviamente no sabían nada y tiraron algunas preguntas que respondí esquivamente. Volví al cuarto, nos miramos y nos comimos la boca, casi sin importarnos que nos viera alguien. “¿Vos estas seguro sobre lo que le pasa a Flor?”, “No… Tengo miedo Fran”, “Pero… si vos no te acostaste nunca con ella”, no hubo respuesta, ese silencio explicaba mejor que cualquier cosa lo que había pasado, Ger me mintió por mucho tiempo. Me dio la impresión que presenciaba un déjà vu; La tontita de Flor vestida de blanco, Ger enfundado en un traje pronunciando “Si, quiero” y yo fuera de la capilla tirando arroz como un pelotudo. Sentí como se desencajaban mis facciones, intente que no se notara mi bronca pero no pude, le dije muy sacado “Ah, sos un gran hijo de puta”, cerré la puerta del cuarto y salí de su casa sin saludar a nadie.
Entre el Sol que pegaba de lleno sobre la calle y las palabras de Ger que se repetían en mi cabeza como fantasmas, de casualidad pude escuchar mi celular que sonaba de forma insistente, pensé que seria Ger rogando perdón, o la pesada de Sofi con sus estupideces, pero me equivocaba. En el visor se leía “Fernando”, antes de atender pensé que debería tratar de calmarme y rechazar sus proposiciones educadamente para no mandarlo a la mierda, el flaco fue amable y me invitaba a su casa, el teléfono era ahora una tentadora manzana, una víbora enroscaba mis pensamientos más oscuros y me pedía a gritos que muerda, a veces la dulzura efímera de la venganza se siente bien aunque se termine convirtiendo inevitablemente en un error.


martes, 24 de marzo de 2009

Verano




Acaba de terminar el verano. Las vacaciones con Ger fueron agradables aunque atípicas. JC se había acostumbrado a invitarme a pescar sin carnada y yo, como siempre, mordía el anzuelo un poco por placer y un poco por miedo. El “socio” de mi papá nos invitó el verano que viene a su casa, según mi viejo por una cuestión de modales negarse sería descortés. La última vez que lo vi fue en el hotel donde paraba mi viejo, comimos los tres y entre charlas de negocios tiró muchas indirectas que escondían amenazas para que no abriese la boca. A todo esto Ger empezó a sospechar de mis encuentros con el viejo, que por suerte no llegaron a la penetración. Juan Carlos se portaba muy amable al principio pero a medida que las cosas subían de tono se ponía cada vez más agresivo y depravado. Fue casi como ser acosado, con la diferencia que yo sentía un morbo tremendo.
A principios del mes pasado volví para empezar con la facultad, Administración de Empresas. A pesar de que es algo nuevo para mi, siento que cada vez me aburre más, por suerte las materias son fáciles y todo se limita a una cuestión de estudiar de forma organizada. La gente que veo ahí es la misma con la que me relaciono en mi barrio o a través de mis amigos, personas aburridas con las que mantenés una relación formal e impersonal. Por suerte un soporte para mi rutina es Ger, que me sostiene y me hace bien. Cuando volvimos de Punta la relación mejoró bastante, nos juntamos mas seguido y nos divertimos juntos, aunque hace mucho que no tenemos sexo; como ya conté, el sexo para Ger es un punto conflictivo y prefiero manejarlo con paciencia.
Sofi pasó sus vacaciones en V. La Angostura donde viven sus abuelos, por suerte ella y su familia se están recuperando de la perdida de Pedrito (el primo de Sofi que murió hace unos meses). Al parecer no quiere verme si no es en presencia de otros porque el Padre Gabriel se lo recomendó… ese cura hijo de puta manipula a cualquiera. Para ser sincero no muero por ver a Sofi pero hay algo que me ata a ella, siento estima y al mismo tiempo pena, yo se que ella me quiere mas de lo que merezco.
Fer apenas se entero de que había vuelto de Punta se encargo de perseguirme, el flaco muere por que le haga la cola de nuevo y a mi no me copa tanto, porque es insistente y pierde el encanto al comportarse así.
Mi viejo estuvo unos días en casa, pero pelearon tanto con mi vieja que decidió volver al extranjero a trabajar. Ahora la crisis golpea duro sobre sus negocios y, según él, ahora más que nunca hay que estar al pie del cañón. Elvira reemplaza el papel de mi mamá y se encarga de las cosas de la casa, a pesar de nuestras diferencias la pasamos bien juntos.
La pileta necesitaba mantenimiento, por suerte, entonces volvió el morocho marcado al que miraba a principios de las vacaciones por la ventana mientras me tocaba y otra vez volví a sentir esa calentura extrema por ese hombre tosco. Lo único que voy a extrañar del verano va a ser a él, Lucas. Cuando volvimos y reapareció, tome coraje y empezamos a hablar, es muy simpático y cada vez que viene salgo a tomar aire al jardín para conversar con él. Sospecho que es gay, porque me mira fijo cuando me saco la remera, o se pone nervioso cuando le toco ciertos temas. Es algo vulgar pero totalmente sexy, salvaje. Sueño tener sexo con él, no puedo evitar a la mañana, cuando aparece por el jardín, abrir mi ventana, desnudarme y cambiarme sintiendo sus ojos negros en mis espaldas, cuando lo miro saca su vista de mi cuerpo y me observa de reojo atormentado de vergüenza y deseo. Es divertido hacerlo una, dos, tres, diez veces pero cuando algo se convierte en costumbre los límites empiezan a difuminarse.
Todos los viernes lo espero al medio día, y cuando Elvira se va nos quedamos solos en el jardín, en silencio nos miramos, y como ya le perdí vergüenza es costumbre que salga en traje de baño o me de un chapuzón en la pile mientras el la limpia despacio y me mira. A veces él se saca la remera y me contempla por un largo rato, pensando decir las palabras justas. Deseo que en algún momento estemos solos en la pileta no solo sin remera y que Lucas tome la iniciativa y me agarre con esas manos grandes y fuertes, que me recorra con esa boca todo el cuerpo y me coma, me posea, me haga suyo. Que despierte de esta farsa de formalidades y hablemos como hablan nuestras miradas, que me zambulla en la pile y de una vez por todas despierte su indio feroz…
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